Caterina Mayfield
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Caterina Mayfield
Nombre: Caterina Mayfield (Cat) [me podeis cambiar el nombre?]
Edad: 20
Raza: Vampiro
Historia:
Me llamo Cat.
En realidad, me llamo Caterina. Es el nombre que me puso mi madre al nacer hacia 1912, aunque no llegué a conocerla. Mi padre no hablaba mucho de ella, tal vez porque le producía demasiada pena. El dato acerca de mi nombre es una de las pocas cosas que logré sonsacarle, y quizá por eso tiene tanta importancia para mí.
De pequeña, me encantaba el nombre de Caterina. Lo encontraba fino, elegante, muy femenino. Un nombre adecuado para una señorita. A veces, cuando pasábamos por delante de uno de esos colegios pijos donde las niñas van vestidas de uniforme, me quedaba mirándolas y soñaba con ser como ellas, con tener amigas, vivir en una casa elegante, llevar ropa bonita y jugar con barbies. Sí, como lo oís: de pequeña quise tener una barbie. En mi defensa alegaré que entonces era muy cría y que estaba cansada de la vida errante que llevábamos mi padre y yo, siempre andando de un lado para otro, sin poder echar raíces en ninguna parte.
Por eso me gustaba que me llamaran Caterina. Me parecía que era un nombre que encajaba muy bien con el tipo de vida que yo quería llevar. En cambio, mi padre me llamaba siempre Cat, y me daba mucha rabia. Recuerdo que discutía mucho con él por eso. O, mejor dicho, la que se enfadaba y discutía era yo. Mi padre se limitaba a mirarme con esa sonrisa suya y a revolverme el pelo con cariño. Y seguía llamándome Cat, porque, según decía, cuando me levanto por las mañanas me restriego los ojos y bostezo como un gatito.
Ahora que él ha muerto, ya no quiero ser Caterina nunca más. Ahora, para honrar su memoria, voy a ser siempre Cat.
Mi padre murió a manos de una bestia cómo yo. Hubiese preferido morir con él, huir de este mundo de resignación, superficialidad y prejuicios; pero no, aquel desdichado me tuvo que regalar la vida eterna. Tenía veinte años el año de mi trasformación. De ahí solo recuerdo las punzadas de dolor, cómo me retorcía, cómo sufría… Hasta que paró. Cuando me dí cuenta de que me había convertido en un ser mitológico, que yo creía era eso, un mito, me intenté suicidar. Obviamente no lo conseguí.
A medida que pasó el tiempo, me fui dando cuenta de que mi cuerpo no escondía tantas desventajas. Era ágil, fuerte, más bella de lo que lo era antes… Vagué en solitario alimentándome con una dieta a base de animales o sangre robada de laboratorios. Yo no quería ser un monstruo, no quería llegar a ser cómo aquel que mató a mi padre. Eso sí, el día que encuentre a ese cretino se las verá conmigo.
Adoro correr a la velocidad de la luz, poder nadar sin descanso… las habilidades naturales de los vampiros me llenan casi plenamente, a excepción del hecho de no poder disfrutar totalmente de la luz del sol. Lo que conservo de mi vida humana es mi afición por la lectura.
Soy inteligente, algo alocada, divertida, sensible, enamoradiza, vengativa, rencorosa, mal genio cuando me enfado, dulce, empática, impaciente, impetuosa… Me río ante los prepotentes, los ignorantes, los ilusos…
Al convertirme obtuve un don mental que me ha resultado útil múltiples veces en batallas. Tengo el poder de nublar la mente. Las criaturas y los humanos que se ven afectados, sienten que se quedan en blanco. No recuerdan lo que iban a hacer, se sienten desorientados durante un tiempo hasta que gradualmente van reduciéndose los efectos.
Edad: 20
Raza: Vampiro
Historia:
Me llamo Cat.
En realidad, me llamo Caterina. Es el nombre que me puso mi madre al nacer hacia 1912, aunque no llegué a conocerla. Mi padre no hablaba mucho de ella, tal vez porque le producía demasiada pena. El dato acerca de mi nombre es una de las pocas cosas que logré sonsacarle, y quizá por eso tiene tanta importancia para mí.
De pequeña, me encantaba el nombre de Caterina. Lo encontraba fino, elegante, muy femenino. Un nombre adecuado para una señorita. A veces, cuando pasábamos por delante de uno de esos colegios pijos donde las niñas van vestidas de uniforme, me quedaba mirándolas y soñaba con ser como ellas, con tener amigas, vivir en una casa elegante, llevar ropa bonita y jugar con barbies. Sí, como lo oís: de pequeña quise tener una barbie. En mi defensa alegaré que entonces era muy cría y que estaba cansada de la vida errante que llevábamos mi padre y yo, siempre andando de un lado para otro, sin poder echar raíces en ninguna parte.
Por eso me gustaba que me llamaran Caterina. Me parecía que era un nombre que encajaba muy bien con el tipo de vida que yo quería llevar. En cambio, mi padre me llamaba siempre Cat, y me daba mucha rabia. Recuerdo que discutía mucho con él por eso. O, mejor dicho, la que se enfadaba y discutía era yo. Mi padre se limitaba a mirarme con esa sonrisa suya y a revolverme el pelo con cariño. Y seguía llamándome Cat, porque, según decía, cuando me levanto por las mañanas me restriego los ojos y bostezo como un gatito.
Ahora que él ha muerto, ya no quiero ser Caterina nunca más. Ahora, para honrar su memoria, voy a ser siempre Cat.
Mi padre murió a manos de una bestia cómo yo. Hubiese preferido morir con él, huir de este mundo de resignación, superficialidad y prejuicios; pero no, aquel desdichado me tuvo que regalar la vida eterna. Tenía veinte años el año de mi trasformación. De ahí solo recuerdo las punzadas de dolor, cómo me retorcía, cómo sufría… Hasta que paró. Cuando me dí cuenta de que me había convertido en un ser mitológico, que yo creía era eso, un mito, me intenté suicidar. Obviamente no lo conseguí.
A medida que pasó el tiempo, me fui dando cuenta de que mi cuerpo no escondía tantas desventajas. Era ágil, fuerte, más bella de lo que lo era antes… Vagué en solitario alimentándome con una dieta a base de animales o sangre robada de laboratorios. Yo no quería ser un monstruo, no quería llegar a ser cómo aquel que mató a mi padre. Eso sí, el día que encuentre a ese cretino se las verá conmigo.
Adoro correr a la velocidad de la luz, poder nadar sin descanso… las habilidades naturales de los vampiros me llenan casi plenamente, a excepción del hecho de no poder disfrutar totalmente de la luz del sol. Lo que conservo de mi vida humana es mi afición por la lectura.
Soy inteligente, algo alocada, divertida, sensible, enamoradiza, vengativa, rencorosa, mal genio cuando me enfado, dulce, empática, impaciente, impetuosa… Me río ante los prepotentes, los ignorantes, los ilusos…
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Caterina Mayfield- Cantidad de envíos : 1
Fecha de inscripción : 16/06/2009
Re: Caterina Mayfield
Ficha aceptada, ya tienes tu nombre cambiado, puedes comenzar a rolear, bienvenida y que lo disfrutes!
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Edward Cullen- Cantidad de envíos : 72
Fecha de inscripción : 10/06/2009
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